SALSA DE TOMATE TRADICIONAL
La salsa de tomate es, sin duda, la salsa más conocida y utilizada en nuestra cocina mediterránea. Pero no siempre fue así.
El tomate o jitomate se cultivaba en América (México y Perú), antes de los Incas y fueron los conquistadores españoles los que lo trajeron a Europa y de aquí al resto del mundo.
El tomate es una fuente importante de potasio, magnesio y vitaminas del grupo B y C.
Contiene además “licopeno” que es un carotenoide con propiedades antioxidantes que lo hacen muy bueno para la prevención de enfermedades cardiovasculares y del cáncer.
El clima de mi zona no es precisamente el mejor para el cultivo de tomates y sin embargo son tan apreciados que todo el mundo los cultiva pese a tener que dedicarles mucha atención y cuidados.
Nosotros los hemos cultivado en el huerto y también en macetas y no hay placer más grande que ir a la tomatera a coger los tomates para la salsa o la ensalada.
Esta salsa que preparo hoy es la más sencilla de hacer y, si los tomates son buenos, la más adecuada para paladear su sabor pues no lleva aditamentos de hierbas o especias que lo enmascaren.
Se puede conservar congelada durante bastantes meses.
SALSA DE TOMATE TRADICIONAL
INGREDIENTES
1 kilo de tomates rojos maduros – 1 cebolla mediana (200g) – 3 cucharadas de aceite de oliva – ½ cucharadita de azúcar moreno - sal
Si los tomates están bien maduros, el azúcar no es necesario.
ELABORACIÓN
Lavamos los tomates y los escaldamos durante unos segundos en agua hirviendo para pelarlos con facilidad.
Una vez pelados, los cortamos en trozos y los ponemos en una sartén junto con el aceite y la cebolla cortada en cuartos, el azúcar y la sal.
Dejamos que se haga a fuego lento, confitándose hasta que se reduzca todo el líquido del tomate y se separe del aceite proceso que durará al menos media hora.
(Pero como en mi cocina no se tira nada, yo la cebolla la añado a alguna crema de verduras o a algún potaje o guiso que haya en marcha).
La salsa podemos usarla al momento o guardarla en el frigorífico durante unos días.
Para que se conserve durante más días en el frigorífico (hasta una semana o más) se pone en un recipiente hermético, se presiona un poco con una cuchara para que no quede aire por dentro y se cubre con una fina capa de aceite de oliva crudo que puede retirarse facilmente a la hora de ir a utilizarla.
Está salsa está deliciosa con pasta, así, sin más que un espolvoreado de queso rallado o acompañando prácticamente cualquier cosa: creps saladas, berenjenas rellenas, carnes, pescados, pasteles salados, huevos fritos con patatas fritas...
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